Aunque son más de la mitad de las personas infectadas por VIH en el mundo, las mujeres solo constituyen el 15 por ciento de la población estudiada. Los expertos constatan que no es lo mismo ser hombre o mujer a la hora de afrontar el virus y que son necesarios estudios específicos.
Acarrean un mayor estigma, tienen más problemas relacionados con la toxicidad del tratamiento, sufren más depresiones… Las mujeres seropositivas se enfrentan a un desafío aún más complicado que el de los hombres al tener que hacer frente a una serie de factores adicionales que las posiciona en una clara situación de desventaja.
La doctora Celia Miralles, de la Unidad de VIH del Hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo, cree que este desfase se debe a varios motivos. Por un lado, tiene que ver con que los porcentajes más altos de mujeres infectadas se encuentran en países con menos recursos, específicamente de África y Asia. Por el contrario, en Europa o en Estados Unidos la proporción de mujeres infectadas ronda el 15%.
También influye que hasta 1993 la FDA (Food and Drug Administration), la agencia que vela por el desarrollo y aprobación de medicamentos en Estados Unidos, no permitió que las mujeres formaran parte de los ensayos clínicos, en parte debido a otra de sus limitaciones: la fertilidad. “Se temía que los tratamientos pudieran afectar a la fertilidad, al embarazo o incluso que interaccionaran con algunos anticonceptivos; y esta dinámica se ha prolongado con los años”, explica Miralles. Además, añade, “en países en los que la situación socioeconómica es muy dependiente del varón, se pensaba que la posibilidad de que algunas mujeres siguiesen los ensayos clínicos se complicaba”.
17 millones de mujeres viven en el mundo con VIH, según los últimos datos disponibles por ONUSIDA.
Cerca de 17 millones de mujeres viven con el VIH. Es necesario atender sus particularidades biológicas y a su bienestar social y emocional. Repasamos aquí algunas claves.
Las mujeres se ven limitadas a la hora de tomar decisiones respecto a la prevención de conductas de riesgo por la perpetuación de una concepción tradicional de las relaciones afectivo-sexuales, tal y como señala el estudio Human inmunodeficiency virus and AIDS in Women. La situación se agrava en los entornos económicos y sociales más desfavorecidos. Miralles comparte esta impresión y se alarma al escuchar cómo muchas chicas jóvenes siguen haciendo lo que el grupo social quiere. “Les sigue faltando seguridad para decir no, no quiero hacer eso así, o no lo quiero ahora”, se lamenta.
Además, recuerda, las mujeres son más vulnerables a la hora de ser infectadas por su anatomía, por la cantidad de mucosas vaginales, y por el inóculo del varón, que es más abundante, contiene una mayor carga de partículas virales y permanece más tiempo. El VIH se transmite más fácilmente del hombre a la mujer que en sentido inverso.
En este ámbito, son innegables los avances que las investigaciones han permitido respecto a hace un par de décadas. No hay transmisión vertical en pacientes medicadas y controladas, un ambicioso logro que ha llegado de la mano de los antirretrovirales. Sin embargo, aún quedan algunos vértices en los que seguir investigando. La doctora Miralles pone el foco en la interacción de los medicamentos.
“Hay medicamentos que no sólo no se pueden administrar en la concepción sino ni siquiera en el momento de antes. También, debemos tener en cuenta las limitaciones con los anticonceptivos”, aclara.
Celia Miralles cree que los estudios específicos para mujeres son realmente importantes para garantizar los mejores resultados y avanzar en la calidad de vida de estas pacientes. “Las mujeres tenemos una composición corporal distinta a la de los hombres; tenemos menos masa muscular, más masa grasa, y ambas están redistribuidas de manera diferente”, explica.
“También tenemos sustancias, como las citocinas, que se comportan de manera distinta en hombres y mujeres, e incluso dependiendo del ciclo de la vida de la mujer”, matiza. Miralles cree que es una situación de base que invita a pensar que los medicamentos que se utilizan se puedan distribuir o metabolizarse de manera distinta en el organismo de las mujeres.
“Todo invita a pensar que los medicamentos puedan metabolizarse de manera distinta en el organismo de las mujeres. No se han demostrado diferencias en eficacia, pero sí en toxicidades”
Celia Miralles
Unidad de VIH del Hospital Álvaro Cunqueiro, Vigo
“Aunque no se han demostrado diferencias en eficacia, sí se han demostrado en toxicidades”, apunta Celia Miralles. Y aclara que las mujeres, en general, presentan más efectos adversos que los varones. “Quizás tenga que ver que una mujer de 55 kilos toma la misma medicación que un hombre de 90”, concluye.
Con la menopausia, la problemática se acrecienta al disminuir los estrógenos. Comienza una serie de comorbilidades, como el deterioro en el metabolismo óseo (osteoporosis, osteopenia…), y se incrementa el riesgo de enfermedad. Un cambio mucho más acelerado y pronunciado que en los hombres.
“Las mujeres somos más juzgadas aún por nuestra libertad sexual. Debemos dejar de juzgar a una persona que se ha divorciado y ha tenido tres o cuatro parejas sexuales, eso no es un delito”, advierte Celia Miralles.
El estigma social es una penitencia más aguda en las mujeres que se agrava en aquellas con una posición económica, social o cultural menos favorecida. Cándida Álvarez, fundadora de la Asociación Gallega de Afectados VIH (AGAVIH), afirma que “las mujeres sufrimos un doble estigma: el de mujer y el de VIH”. La asociación permite alzar voz a tantas mujeres que tienen que llevar su enfermedad en secreto por miedo al rechazo. “Sus creencias son profundas y creen que no pueden hacerlo, sienten que tienen que protegerse”, explica Álvarez.
Muchas mujeres viven sin dar a conocer a su entorno más cercano su condición de seropositivas. “Por supuesto, están en su derecho de compartirlo con quien deseen, pero es importante que trabajemos para que el motivo no sea el miedo”.
Muchas mujeres viven con culpa y arrastrando el peor de los estigmas, el autoestigma. “Yo he llegado a oír a muchas mujeres el horrible: me lo merezco. Se sienten sucias”, cuenta Álvarez, que recuerda que la incidencia de depresión entre mujeres con VIH dobla a la de los hombres, según datos de la International Association of Providers of Aids Care (IAPAC).
• Cada semana, cerca de 5.000 mujeres de entre 15 y 24 años adquieren el VIH en el mundo.
• En los países del África subsahariana, seis de cada siete nuevas infecciones entre adolescentes de 15 a 19 años tienen lugar en mujeres. Las mujeres de entre 15 y 24 años en esos países tienen el doble de posibilidades de contraer el VIH que los hombres.
• A nivel global, el 35% de las mujeres ha sufrido alguna vez en su vida violencia sexual o física, tanto por parte de sus parejas o de otras personas. Las mujeres que sufren esta violencia tienen más riesgo de contraer el VIH.
• Mujeres y niñas supusieron a nivel mundial el 50% de las nuevas infecciones en 2020. En el África subsahariana esta cifra llega al 63%.
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