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Entrevista

Jordi Puig: “Las personas con VIH suelen sentirse más relajadas con los enfermeros que con los médicos”

Jordi Puig es enfermero y coordinador de ensayos clínicos de la Fundació Lluita Contra el Sida, del Hospital Germans Trias i Pujol de Badalona (Barcelona). Lleva más de 22 años en la institución. Ha visto y ha vivido de todo. Desde los primeros tratamientos antirretrovirales hasta la actualidad, cuando el foco de la atención se centra —asegura— en “escuchar la voz del paciente”.

FEBRERO 2023

Ahora, junto con un equipo multidisciplinar, Puig está desarrollando una aplicación móvil para recoger las necesidades de los pacientes. “El objetivo es que, a partir de un cuestionario y antes de la consulta médica, la persona con VIH manifieste si duerme mal, si tiene dolor o problemas de estigma, y otras muchas cosas, y así mejorar su calidad de vida”, afirmaba en la presentación del proyecto el pasado diciembre.

Enfermería, antes de la cita con médico especialista, es en muchos sitios el primer contacto de la persona recién diagnosticada de VIH, y eso no se olvida. El papel de enfermería es intentar que estas personas aprendan a vivir con el virus, que no vean el diagnóstico como algo terrible y que piensen que van a poder llevar una vida normal. Así que es una pieza clave en la asistencia a las personas con VIH. Pero no sólo en los primeros instantes. También, es pieza fundamental en el seguimiento de los tratamientos y en la labor de concienciación y divulgación.

¿Qué es lo principal que tiene que hacer un enfermero con las personas con VIH?

Enfermería no sólo es hacer extracciones, tomar la tensión, pesar, curar heridas… Enfermería sabe y debe escuchar, aconsejar, educar, acompañar, empatizar, humanizar y curar.

¿Qué es lo primero que preguntan las personas cuando reciben el diagnóstico? ¿Qué es lo que más les interesa?

En los primeros momentos, al recibir la noticia, preguntan por si deben contarlo, cómo contarlo a sus familiares o amigos, a su pareja, cómo les afectará en su vida diaria, cómo puede afectar a su cuerpo, qué tratamiento va a empezar, si tiene efectos adversos…

La reacción debe de ser muy distinta entre gente mayor o gente joven, y entre recién infectados o personas que llevan mucho tiempo…

Hay mucha diferencia, sí. No es lo mismo la gente joven recién diagnosticada (que suele disponer de más información) que la gente mayor que lleva veinte años con una mochila de toxicidades, comorbilidades, estigma y discriminación. Cada cual tiene unas necesitades o atenciones diferentes. De hecho, cada vez más se habla de atención por perfil de paciente. Si este perfil es más o menos complejo, se realizan distintas intervenciones y con distinta frecuencia. Además, la cronicidad hace que haya un envejecimiento prematuro de las personas con VIH. Tenemos que estar preparados para atender correctamente estas necesidades. Hay que prevenir y abordar las distintas comorbilidades que puedan aparecer.

“Al salir de la consulta médica, parte de la información se queda en la consulta; nosotros ayudamos a resolver todas las dudas”

¿Cómo ven las personas con VIH a los enfermeros? ¿Crees que se sienten “más relajados” que con los médicos?

Somos la primera línea, es decir, muchas veces somos las primeras personas que interactúan con el paciente, por lo que se crea un vínculo.

Tenemos en nuestro ADN la función de escuchar, de dar ese tiempo a los pacientes y entender desde un punto de vista más holístico y global. Yo creo que, por eso, suelen sentirse más relajados, ya que nos ven al mismo nivel, hablamos el mismo idioma. Al salir de una consulta médica, parte de la información se queda en la consulta; nosotros ayudamos a resolver todas las dudas.

¿Cómo puede ayudar un enfermero o enfermera a la persona con VIH de cara a la consulta con el especialista?

Nuestro papel es, cada vez más, el de un gestor. Ayudamos a que los circuitos asistenciales tengan más calidad y podamos filtrar dudas y demandas. Nuestro objetivo es que la persona con VIH sea el centro de la atención para que tenga la mejor calidad de vida posible. Recomendamos estrategias de prevención de efectos secundarios del tratamiento, adherencia, educación sobre conductas de riesgo, transmisión y prevención, adaptación a nuevas tecnologías para la salud…

El Colegio de Enfermería acaba de lanzar un documento para ayudar a fomentar la adherencia ¿Es la adherencia clave para reducir la transmisión del VIH?

La adherencia es una estrategia más, junto con todas las herramientas de prevención, para reducir la transmisión del VIH. Los tratamientos actuales impiden que el VIH se multiplique en tu cuerpo y reducen al mínimo la carga viral hasta hacerla prácticamente indetectable. Al tener menos concentración de VIH en el organismo, el sistema inmunológico tiene más posibilidades de recuperarse y poder combatir infecciones y complicaciones asociadas al VIH. Y no sólo eso: el tratamiento antirretroviral reduce el riesgo de transmisión. Se considera que con una carga viral indetectable el VIH es intransmisible. En la adherencia influyen distintos factores relacionados con el individuo, con el tratamiento y con el equipo asistencial y sistema sanitario. Las intervenciones se llevan a cabo en función del aspecto que está alterado.

“Una vez me encontré en consulta con un familiar al que habíamos perdido de vista hacía años. Al principio fue incómodo, pero con el tiempo es uno de los familiares con el que más contacto y confianza tengo”

Como dices, cada persona es un mundo. ¿Cómo conseguir la adherencia, sobre todo en personas con vidas más complejas?

Por suerte, las medicaciones actuales tienen un margen más amplio que hace unos años (¡no tantos!). Intentamos hacer ver la importancia o beneficios para la salud de tomar la medicación cada día, a la hora y con las recomendaciones indicadas.

Luego, preguntamos por su estilo de vida e intentamos ver cuál es el mejor momento para integrar la medicación, así como trucos, recordatorios, etcétera.

Con toda tu carrera a la espalda, habrás visto de todo…

He vivido muchas situaciones, buenas y malas. Una vez, me encontré en consulta con un familiar al que habíamos perdido de vista hacía años. Al principio, fue incómodo, pero con el tiempo es uno de los familiares con el que más contacto y confianza tengo.

En otra ocasión, buscando piso, me atendió una persona. Al decirle dónde trabajaba, me sorprendió su discriminación y desprecio hacia el colectivo VIH. Decidí no tener más relación con ella. Pero la vida… Al cabo de dos años vino esa persona al hospital como paciente recién diagnosticado de VIH. La situación fue chocante: me evitaba y les decía a mis compañeras que si podía evitar verme. Al final, nos encontramos y la situación fue muy incómoda.

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