Para Jordi, tomarse la pastilla diaria contra el VIH nunca ha supuesto una carga, al contrario. Para él, “la pastilla me recuerda que sigo vivo, y que tengo que seguir vivo. Gracias a que me tomo regularmente el tratamiento tengo una analítica increíble desde hace años”. Si una persona con VIH toma la medicación y está indetectable, no puede transmitir el virus a otra persona. Aunque Jordi lo sabe, reconoce que no ha sido capaz de hacerlo sin condón, “por si acaso. Después de vivir lo que he vivido…”.
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