La representación del VIH/Sida en la televisión y en el cine ha sido, por su parte, reflejo e impulsor de la percepción pública de la pandemia a lo largo de cuatro décadas.
Pie de foto: Buddies. 1986. De Arthur J. Bressan.
Desde los primeros casos documentados de VIH, en los 80, hasta la actualidad, las pantallas grande y pequeña han desempeñado un papel fundamental en cómo el público en general comprende, simpatiza —o no— y afronta la realidad del virus.
Los medios de comunicación, incluidos cine y televisión, reflejaron la incertidumbre inicial. Las representaciones estaban plagadas de estigma, miedo y desinformación. Los personajes con VIH se presentaban como parias sociales, víctimas castigadas por su estilo de vida, o como figuras trágicas condenadas a una muerte prematura. Estas representaciones contribuyeron al estigma que rodeaba a la infección y reforzaban la ignorancia sobre su transmisión y prevención.
Tal vez por eso, las obras dedicadas al VIH en el mundo audiovisual son escasas. Buddies (1985), de Arthur J. Bressan es una cinta pionera que se olvidó injustamente y que ha tenido una revaloración tardía. En los créditos iniciales, se despliega la —hasta entonces— larga lista de víctimas fallecidas por complicaciones de sida, latinos y afroamericanos en buena medida. Buddies cuenta la historia de David, un joven neoyorquino que vive con su novio y decide inscribirse en un programa de voluntariado para acompañar a pacientes terminales. Un año después se estrena Parting Glances (1986), de Bill Sherwood, comedia de enredos que narra las desventuras de Michael, un joven yuppie que tiene diversos amantes, incluyendo a Michael (interpretado por Steve Buscemi), expareja y seropositivo, con quien conserva una buena amistad.
LOS AMIGOS DE PETER. 1992. De Kenneth Branagh
Tres años más tarde, llega Longtime Companion (1989), de Norman René. A pesar de los obstáculos para obtener financiación, la cinta logró ser la primera que Hollywood produjo para abordar el tema. Pero la película que casi todo el mundo recuerda, por icónica, es Philadelphia (1993), de Jonathan Demme. Muchos criticaron su tono “blando”, pero lo cierto es que abrió la puerta a muchos otros retratos sobre el VIH. No era la primera película en poner el foco sobre el virus, pero sí la más mediática, con Tom Hanks, Denzel Washington y Antonio Banderas como protagonistas.
PHILADELPHIA. 1993. De Jonathan Demme.
Las primeras películas se centraron en los efectos de la epidemia entre la comunidad homosexual. Eran películas bastante minoritarias que no llegaban al gran público (salvo Philadelphia). Compañeros inseparables (1990, tocaba el tema de manera tangencial, sin caer en el drama. Su principal virtud fue ofrecer una visión normalizada de la comunidad gay. Vivir hasta el fin (1992), de Gregg Araki, es una película alternativa en la que una pareja de chicos decide lanzarse a lo loco a la carretera tras conocer que son portadores del virus. Araki firmó una de las primeras y más despreocupadas películas sobre el VIH, no exenta de humor y capítulos desquiciados, que ayudaba a descargar de drama la cuestión.
Las noches salvajes (1992), fue ganadora del César a la Mejor Ópera Prima. Dirigida por Cyril Collard, está basada en una obra escrita anteriormente por él mismo sobre su historia personal. Un drama sobre la sexualidad desbocada en la que un hombre parisino, portador del virus, tiene relaciones sexuales sin ninguna protección con dos personas. Del mismo año es Los amigos de Peter (1992), de Kenneth Branagh. La película escondía tras su envoltorio de comedia de enredo un asunto delicado: cómo confesar a tus amigos que eres seropositivo, con todo el abanico de reacciones que eso conlleva. Y en el mismo año del estreno de Philadelphia, aparece En el filo de la duda (1993), de Roger Spottiswoode. Su estreno en televisión, con un reparto en el que figuraban Richard Gere, Ian McKellen, Anjelica Huston, Mathew Modine y Alan Alda, tenía un claro objetivo: concienciar con un impactante tono documental. Kids (1995), dirigida por Larry Clarke, fue una polémica película que retrataba el comportamiento rebelde y los excesos de un grupo de adolescentes devorados por el consumo de drogas y el sexo. El personaje central es un chico obsesionado con mantener relaciones sexuales con chicas vírgenes, sin saber que es portador del virus.
DALLAS BUYERS CLUB. 2013. De Jean-Marc Vallée.
Pero, a medida que fue pasando el tiempo, se produjo una evolución. Los cambios en la percepción pública y los avances en la comprensión médica dieron paso a una representación más informada de la pandemia. Se pueden mencionar Angels In America (2003), una miniserie para televisión de Mike Nichols sobre el impacto del sida; Cómo sobrevivir a una epidemia (2012), quizás el más completo y furioso documental acerca de los convulsos años 80; Dallas Buyers Club (2013), de Jean-Marc Vallée, con Matthew McConaughey; Test (2013), de Chris Mason Johnson; y The normal Heart (2014), basada en la obra de teatro de 1985 del mismo título, protagonizada por Mark Ruffalo, Matt Bomer, Taylor Kitsch, Jim Parsons y Julia Roberts y dirigida por Ryan Murphy. Una de las películas más recientes que habla del sida es 120 pulsaciones por minuto, film francés dirigido por Robin Campillo, que reconstruye los primeros años de activismo y lucha contra el sida. Y poco más.
En España, el cine comercial ha mostrado un notable desinterés por el sida. Tratándose de una pandemia de dimensiones planetarias cuyo impacto se ha dejado sentir en todos los terrenos de la vida política y social durante décadas, resulta extraño que el sida haya sido abordado en un reducido número de películas españolas. Y aún en éstas, el tratamiento es casi siempre indirecto.
Una sencilla búsqueda en la plataforma de contenido audiovisual IMDb, utilizando “sida” como palabra clave, arroja 364 resultados en el cine estadounidense, 78 en el francés, 65 en el británico y 45 en el alemán. En esa misma búsqueda sólo aparecen 16 títulos producidos por el cine español. Entre ellos, un producto temprano de Jesús Franco, que para esta ocasión utiliza el pseudónimo Clifford Brown, titulado Sida, la peste del siglo XX (1986); Lazos (1995),un poco estudiado mediometraje de Alfonso Ungría protagonizado por Imanol Arias y Emma Suárez; el clásico Todo sobre mi madre (1999), de Pedro Almodóvar; Spinnin’ (2007), debut de Eusebio Pastrana como director; El cónsul de Sodoma (2009), de Sigfrid Monleón; o el polémico documental La ciencia del pánico (2011), en el que Patrizia Monzani e Isabel Otaduy niegan que el VIH sea el causante del sida.
TODO SOBRE MI MADRE. 1999. De Pedro Almodóvar
Las cinco cintas españolas más importantes que abordan el sida son Todo sobre mi madre (1999), de Pedro Almodóvar; Cachorro (2004), de Miguel Albaladejo; Princesas (2005), de Fernando León de Aranoa; El orfanato (2007), de Juan Antonio Bayona; y Estiu 1993 (2017), la ópera prima de Carla Simón, la más reciente. Las cinco comparten algunas claves: el lugar secundario y hasta anecdótico que el virus ocupa en el conjunto del argumento o la apelación al conocimiento previo del espectador para evitar tener que proporcionar descripciones demasiado detalladas. Aunque cada película aporta una visión específica sobre la pandemia, no es difícil concluir que las aproximaciones a la misma por parte del cine español están lejos de satisfacer las expectativas del espectador interesado.
EL ORFANATO. 2007. De Fernando León de Aranoap
Estiu 1993. 2017. De Carla Simón
“Lo que falta son ejemplos que representen a ese enfermo que tiene hoy el VIH, que lleva una vida completamente normal y que tiene la misma esperanza de vida que la población general. Esa es la única manera de acercar al gran público a los enfermos de hoy y de borrar el estigma”, concluye la doctora Lucía Bailón, de la Fundación de la Lucha contra el Sida.