El informe de Onusida pone de manifiesto que el déficit de financiación es cada vez mayor y que está frenando la respuesta al VIH. En 2023, se disponía de aproximadamente 19.800 millones de dólares (dólares estadounidenses de 2019) para programas de VIH en países de ingresos bajos y medios, casi 9.500 millones menos de la cantidad necesaria en 2025.
Los recursos totales disponibles para el VIH, ajustados a la inflación, se encuentran en su nivel más bajo en más de una década. Byanyima hace un llamamiento a todos los donantes para que garanticen la plena financiación del Programa Conjunto (el programa de Naciones Unidas destinado a coordinar las actividades de los distintos organismos especializados de la ONU en su lucha contra el sida) hasta alcanzar los niveles mínimos acordados de 160 millones de dólares para 2024.
Chris Collins, presidente y director ejecutivo de Amigos de la Lucha Mundial contra el SIDA, la Tuberculosis y la Malaria, destaca el papel fundamental de los programas de financiación específicos para cada enfermedad en el entorno político actual. “Durante más de veinte años, los líderes estadounidenses de todos los partidos políticos se han unido para reconocer la necesidad crítica de poner fi n a la epidemia del sida. Los legisladores saben que el Fondo Mundial y el President’s Emergency Plan for AIDS Relief (PEPFAR) están salvando millones de vidas y que, si damos marcha atrás en nuestros compromisos en materia de sida, tuberculosis y malaria, el resultado inmediato sería el resurgimiento de la enfermedad y la oportunidad desaprovechada de poner fin a las enfermedades infecciosas más mortales”.
Las regiones con mayores déficits de financiación —Europa Oriental, Asia Central, Oriente Medio y Norte de África— son las que menos están avanzando en la lucha contra la epidemia de VIH. La mayor parte de la financiación procede de recursos nacionales (alrededor del 59%), pero tanto la financiación internacional como la nacional para el VIH están bajo presión. Ajustados a la inflación, los fondos nacionales para el VIH disminuyeron en 2023 por cuarto año consecutivo y los recursos internacionales fueron casi un 20% menores que en 2013, su punto máximo hasta la fecha. El apoyo financiero de los donantes bilaterales ha disminuido drásticamente. La reducción global de los recursos externos para el VIH sería mucho más pronunciada si no fuera por los niveles sostenidos y elevados de financiación del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria y del Gobierno de los Estados Unidos.
La persistente falta de financiación a la prevención del VIH, a los programas de apoyo social y a las actividades dirigidas por la comunidad no augura nada bueno para la respuesta al VIH. Las intervenciones para personas de poblaciones clave están especialmente desatendidas, incluso en regiones donde la mayor parte de las nuevas infecciones se produce en personas de estas poblaciones. Se calcula que en 2023 se disponía de entre 1.800 y 2.400 millones de dólares para programas de prevención primaria en países de ingresos bajos y medianos, frente a los 9.500 millones que se necesitarán en 2025. El gasto en programas de apoyo social ascendió a entre 900 y 1.100 millones de dólares, muy por debajo de los 3.000 millones necesarios en 2025.
“Los países están haciendo enormes progresos para poner fin a la epidemia de sida para 2030. Sin embargo, hoy en día nos enfrentamos a ingentes desafíos capaces de ralentizar nuestros esfuerzos”, advierte el doctor Anthony Fauci, antiguo asesor científico del presidente de los Estados Unidos. “Debemos hacer todo lo posible para que se nos escuche y ser proactivos. El fracaso no es una opción”, concluyó Fauci durante la presentación del informe.
Por eso, los resultados del encuentro celebrado en septiembre en el seno de la ONU fueron un soplo de aire fresco. En un evento especial los líderes se comprometieron a sostener y acelerar las inversiones, el liderazgo político y las reformas de políticas que continuarán el impulso necesario para poner fin al sida y sostener el progreso más allá de 2030. La secretaria general adjunta de las Naciones Unidas, Amina Mohammed, dijo allí que el movimiento contra el sida se destaca como un faro de esperanza y resiliencia, y agradeció a los líderes por comprometerse a poner fin al sida para 2030: “La respuesta al sida ha sido un poderoso testimonio de lo que se puede lograr cuando los líderes se unen, cuando las comunidades están empoderadas, cuando se abordan las desigualdades, se protegen los derechos humanos y cuando las políticas basadas en la ciencia están respaldadas por la voluntad política”.
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