Según el último estudio de la Cohorte Española de pacientes naive CoRIS, que evalúa la transmisión de variantes resistentes en nuestro país, el porcentaje global de mutaciones de resistencias entre 2007 y 2017 —el último disponible— fue del 7,8%.
Durante la última década se ha registrado un aumento sin precedentes del uso de tratamientos antirretrovirales (TAR) a escala mundial, algo que ha salvado la vida a decenas de millones de personas que viven con VIH. Casi 30 millones de personas recibían medicación a finales de 2022, frente a los 7,7 millones registrados en 2010.
El creciente uso de fármacos ha ido acompañado de la aparición de farmacorresistencias en el virus. Los niveles de éstas han aumentado en los últimos años, si bien esta situación se da principalmente en países con sistemas de salud más débiles.
La Cohorte Española de pacientes naive CoRIS evalúa periódicamente la transmisión de variantes resistentes en nuestro país. En su último análisis, realizado para el período comprendido entre 2007 y 2017, el porcentaje global de mutaciones de resistencias fue del 7,8%. Otras cohortes europeas (SPREAD, EuroCoord/ CHAIN y HIV-CASUAL) han reportado resultados similares.
José Luis Blanco, médico especialista del Hospital Clinic de Barcelona, no considera preocupante el aumento. “Las resistencias transmitidas se mantienen en cifras relativamente estables, con una mayor tasa en alguna familia de medicamentos. Y, en la tasa global de resistencias, vemos una tendencia a un muy leve incremento porque se dan casos de fracasos virológicos. La mayor parte de las personas en tratamiento antirretroviral tiene el virus bien controlado: la cifra está en el 90%”, destaca. Y da un dato sobre estos últimos: “El porcentaje de personas que desarrolla virus resistentes es muy pequeño: puede estar entre un 1 y un 3% de los pacientes como máximo”.
Las farmacorresistencias del VIH se deben a modificaciones en su estructura genética que afectan a la capacidad de los medicamentos de bloquear su replicación, y que pueden hacer que los antirretrovirales pierdan parcial o totalmente su actividad contra el virus.
Las diez claves sobre la efectividad de la medicación
La consecuencia de esta pérdida de eficacia es el aumento de las infecciones por el VIH y de la morbimortalidad asociada a ellas. La supresión de la carga vírica, que es el objetivo del tratamiento contra el VIH, contribuye considerablemente a prevenir la aparición de resistencias en el virus: alcanzarla y mantenerla reduce significativamente la probabilidad de que surjan.
“Cuando se habla de resistencias, hay que diferenciar entre resistencias transmitidas, las que se dan en personas con VIH que no han recibido tratamiento antirretroviral pero que tienen resistencias porque les han transmitido el virus con resistencias, y personas que han recibido un tratamiento antirretroviral previo, han tenido un fracaso virológico y han desarrollado un virus con resistencias”, explica Blanco.
“Es importante que haya una buena información para que sepan que existe un riesgo de que el virus pueda desarrollarlas cuando no está controlado, y que, para evitar eso, es importante seguir el tratamiento y ser estricto con todo lo que tiene que ver con la adherencia”, afirma Juanse Hernández, coordinador de la oenegé Grupo de Trabajo sobre tratamientos de VIH (gTt) de Barcelona.
Hernández insiste: “La adherencia no solo es seguir el tratamiento, hay mucho detrás de todo eso y hay que saber qué puede ocurrir. Porque las mutaciones de resistencias pueden comprometer tus oportunidades futuras de tratamiento. Creo que la información que se ofrece debería seguir insistiendo en este tema porque es un riesgo real”.
Los problemas de resistencias debido, por ejemplo, a una mala adherencia no suponen que las personas que los presenten tengan el virus mal controlado.
“Se cambia la medicación y, como tenemos fármacos muy buenos, se consigue controlar la replicación del virus en la mayoría de los pacientes”, tranquiliza el doctor Blanco. “Afortunadamente, van apareciendo, y eso es muy importante, nuevas familias de antirretrovirales que nos permiten dar opciones de tratamiento a personas que han ido generando un virus con alto nivel de resistencia a diferentes familias”, explica.
Para los especialistas, no hay prácticas o grupos de población con mayor riesgo de generar resistencias. “Lo que hay son situaciones que condicionan una buena adherencia al tratamiento y, por tanto, un mayor riesgo de selección de resistencias. Los problemas neuropsiquiátricos como la depresión o la ansiedad, o el consumo de tóxicos favorecen estas situaciones. Esto se puede dar en el chemsex, donde se consumen drogas con fines sexuales, pero solo cuando ese consumo es problemático. Y reitero la palabra problemático”, asegura el especialista del Clínic.
“En la práctica clínica, se tiene absolutamente identificado cuáles son aquellos escenarios en los que se podría producir un mayor aumento de mutaciones de resistencia por las causas que sean. Es cierto que en el caso del chemsex existe este riesgo, aunque es minoritario.
Hay una población pequeña que podría descuidar la toma de la medicación a sus horas y de forma sostenida en el tiempo. Si persevera en esto, va a estar detectable y aumenta el riesgo no sólo para su salud, que eso es importantísimo, también para la salud pública, porque es un riesgo de transmisión del VIH. Las personas tienen que saberlo”, asegura Juanse Hernández.
Que añade: “Lo que no es eficaz es explicar todo esto de forma coercitiva o como una regañina. Hay que tratar a estas personas como adultos e implicarlos en el proceso de autocuidado para que lo entiendan así. Estamos hablando de una población muy vulnerable. Hay experiencias que están funcionando muy bien; por ejemplo, en el Hospital Clínic de Barcelona, donde hacen un seguimiento a pacientes que practican chemsex y tienen identificados cuáles presentan un mayor riesgo porque son más vulnerables y pueden descuidar la adherencia a su tratamiento. Lo que hacen es atenderlos de forma más frecuente para reducir ese riesgo”.
«Afortunadamente van apareciendo nuevas familias de antirretrovirales que nos permiten dar opciones de tratamiento a personas que han ido generando un virus con alto nivel de resistencia a diferentes familias» José Luis Blanco, médico especialista del Hospital Clinic de Barcelona.
«La adherencia no solo es seguir el tratamiento, hay mucho detrás de todo eso y hay que saber qué puede ocurrir. Porque las mutaciones de resistencias pueden comprometer tus oportunidades futuras de tratamiento. Creo que la información que se ofrece debería seguir insistiendo en este tema porque es un riesgo real» Juanse Hernández, coordinador de la oenegé Grupo de Trabajo sobre tratamientos de VIH (gTt) de Barcelona.
Referencias y Bibliografía