A pesar de que el estigma se ha reducido en la última década, un estudio revela que el 7,6% de los encuestados cree que la ley debería obligar a que las personas con VIH estuvieran separadas "para proteger la salud pública" y el 5,5% cree que se deberían hacer públicos los nombres de las personas con VIH "para que la gente que quisiera pudiera evitarlas".
Parece inverosímil, pero es real y tremendo: el 10% de la población española (casi cinco millones de personas) reconoce que no tendría ninguna relación con personas que vivien con VIH. Así se desprende de la encuesta ‘Creencias y actitudes de la población española hacia las personas con VIH 2021’. María José Fuster, psicóloga y directora ejecutiva de la Sociedad Española Interdisciplinaria del Sida (SEISIDA), presentó este estudio en las recientes jornadas sobre mujer y VIH ‘Juntas y VIHvas’, organizadas por la Coordinadora Estatal de Sida (CESIDA).
El estudio se centra en el estigma público, aquel que gira en torno a las creencias que la sociedad tiene hacia las personas con VIH. Y, a pesar de que ha disminuido en la mayoría de los indicadores, los resultados no dejan de ser sorprendentes. La encuesta se ha realizado sobre 1.600 personas, a las que se les consulta sobre la evolución del estigma, y compara los resultados con estudios realizados en los años 2008 y 2012. Para calcular el índice de estigma, se asigna un punto cuando quien responde está de acuerdo, según su experiencia, con los indicadores medidos (incomodidad, evitación, políticas discriminatorias y atribución de culpa). La puntuación ha pasado en este tiempo de un 2,6 sobre 10 en 2008 a un 1,36 sobre 10 en la actualidad. «Hemos observado que casi todos los indicadores han disminuido, y eso son buenas noticias, aunque hay algunos aspectos que no se han reducido o han permanecido estables», subraya Fuster.
“La ocultación no libremente elegida tiene consecuencias negativas y provoca malestar psicológico, peor salud física, menos derechos y la imposibilidad de contacto”
María José Fuster
Directora ejecutiva de Seisida y coordinadora del estudio
La encuesta pregunta sobre el grado de incomodidad que tendrían las personas si hubiera una persona con VIH en el colegio de sus hijos, en una tienda frecuente a la que acuden o en el trabajo. Las cifras se han reducido en todos los escenarios, pero un 36% de los encuestados aún reconocen que se sentirían incómodos si en el colegio de sus hijos hubiera alguien con VIH.
También se analiza la intención de evitar estos lugares (colegio, tienda o trabajo) en las personas que reconocen su incomodidad. Aunque, una vez más, los números tienden a la baja, el decrecimiento es menor: el 45% cambiaría a sus hijos de escuela, el 32% se cambiaría de tienda y el 25% cambiaría a su compañero de trabajo. «Hemos preguntado si tratarían de cambiar el colegio a sus hijos, si cambiarían de tienda o a su compañero de trabajo. No hay diferencias significativas; cuando uno tiene el prejuicio instalado es más difícil…», se lamenta la directora ejecutiva de Seisida.
Por otro lado, la encuesta lanza algunas propuestas discriminatorias para conocer el grado de acuerdo de los consultados. Al respecto, el 7,6% afirma que la ley debería obligar a que las personas con VIH estuvieran separadas «para proteger la salud pública» y el 5,5% cree que se deberían hacer públicos los nombres de las personas con VIH «para que la gente que quisiera pudiera evitarlas».
El estudio revela también que el VIH es considerado como la segunda patología más grave, por detrás del cáncer y por delante de covid, tuberculosis y sífilis. Las principales dudas y equívocos se producen sobre las vías a través de las que se puede transmitir el VIH: el 11% de los encuestados cree que el virus se puede transmitir por compartir un vaso, el 9% por usar baños públicos, el 8% por estornudar y un 21% por la picadura de un mosquito. En 2008, quienes pensaban que los mosquitos eran transmisores del VIH llegaban al 34%.
En cuanto a las relaciones de los encuestados con personas que tienen VIH, el 63% no conoce a nadie que porte el virus. En caso de conocer a alguien, el 50% asegura no tener problemas en tener amigos con VIH y el 12% afirma que podría tener una pareja seropositiva.
Por otro lado, la evolución de los sentimientos hacia las personas con el VIH ha cambiado. Por ejemplo, el grado de simpatía ha aumentado desde el 7,6 sobre 10 en 2008 al 8,3 en la actualidad, mientras que la pena ha pasado del 6,8 al 5; el miedo del 4 al 2; y el asco del 2,1 al 0,7 sobre 10.
María José Fuster recalca que el Pacto Social por la No Discriminación ha logrado grandes avances, aunque matiza que todavía se debe mejorar en algunos puntos, y en concreto en desmontar creencias falsas sobre la transmisión del VIH; combatir miedos e incrementar el contacto. «La ocultación no libremente elegida tiene consecuencias negativas y provoca malestar psicológico, peor salud física, menos derechos y la imposibilidad de contacto», concluye.
“Juntas y VIHvas” es una jornada dedicada a abordar en profundidad y con una perspectiva integral todos los temas relacionados con las mujeres y VIH. El evento, que en 2022 se celebró los días 4 y 5 de marzo, está organizado por la Coordinadora Estatal de VIH y Sida (CESIDA) y promovido por Mujeres VIHvas, una comunidad online pionera en España creada por y para mujeres positivas. La iniciativa se puso en marcha en 2020 para generar un espacio virtual de referencia y un lugar de aprendizaje donde encontrarse con otras mujeres y compartir experiencias, salvando así la distancia social impuesta por la crisis sanitaria de la covid. Esta comunidad ha conseguido crear entre todas las participantes una red de cuidados intergeneracional que transforma los retos en experiencias de empoderamiento, superación y resiliencia entre mujeres de toda España.