El diagnóstico precoz, una educación sanitaria adaptada cultural y lingüísticamente, y el fomento de la conexión con los servicios médicos son algunas claves para combatir el VIH entre la población migrante, que en una gran proporción —según todos los estudios— adquiere el virus en nuestro país.
Desde mediados de los años 90 del pasado siglo, la inmigración ha sido un fenómeno creciente en España. Como consecuencia de la incorporación de estos nuevos ciudadanos, también han aparecido nuevos pacientes infectados por VIH. Con su propia problemática: el virus afecta de forma desproporcionada a la población inmigrante en nuestro país.
Si en España la incidencia de nuevos casos de VIH se mantiene estable desde el año 2000, aunque por encima de la media de la Unión Europea y de Europa Occidental, con 3.353 nuevos casos y una tasa global de 8,60 por 100.000 habitantes en 2016, un 36% de esos nuevos casos corresponde a personas originarias de otros países, según el último informe de Vigilancia Epidemiológica disponible, que tiene datos actualizados a junio de 2020. Esta cifra todavía sería mayor si incluyera a personas que viven en situación irregular, pero ese dato no está contemplado en las estadísticas. A destacar que, si solo contemplamos la estadística en mujeres, ese porcentaje sube hasta el 52,5% de los nuevos diagnósticos. América Latina concentra el 22,3% del total de los nuevos casos en población de origen extranjero.
Porcentaje de nuevos diagnósticos en España, en 2019, que corresponde a personas originarias de otros países. En mujeres, este porcentaje sube al 52,5%.
“Los migrantes son colectivos especialmente vulnerables por sus diferencias culturales e idiomáticas, y por el estigma que conlleva la infección por VIH. Aunque es frecuente la asunción de que la mayoría de estas personas adquirió la infección en sus países de origen, cada vez hay más evidencias que muestran que la proporción de infecciones adquiridas posmigración es elevada”, subraya Rogelio López-Vélez, director de Salud Entre Culturas, especialista en Enfermedades Infecciosas y jefe de la Unidad de Medicina Tropical en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid.
Varios estudios a nivel europeo han determinado que la proporción de migrantes que, de forma probable o definitiva, adquirió el VIH en sus países de acogida sería del 72% entre los hombres que tienen sexo con hombres (HSH) y del 38% entre los heterosexuales. Esa proporción ascendería al 68% en el caso de latinoamericanos y al 32% en el de africanos subsaharianos. Otro 88% de las personas migrantes confiesa padecer barreras para acceder al sistema sanitario. “Ya que cada vez más el VIH se adquiere en los países de acogida, los programas dirigidos a la población migrante no sólo deben centrarse en el diagnóstico precoz sino también en la prevención de la infección”, afirma López-Vélez.
“Aunque es frecuente la asunción de que la mayoría de estas personas adquirió la infección en sus países de origen, cada vez hay más evidencias que muestran que la proporción de infecciones adquiridas posmigración es elevada”
Rogelio López-Vélez
Director de Salud Entre Culturas y jefe de Medicina Tropical en el Hospital Ramón y Cajal de Madrid.
Salud Entre Culturas (SEC) persigue educar a la población inmigrante en temas sanitarios y ayudarla a prevenir y detectar enfermedades transmisibles, como el VIH. Y, además, pretende desmontar tópicos como el referido por el doctor López-Vélez más arriba. Dispone de un equipo multidisciplinar que cuenta con profesionales de la salud, la psicología, la interpretación, la mediación intercultural o la gestión que busca la integración de la población inmigrante a través de la salud.
En el caso de los inmigrantes, afrontar la vida con VIH puede ser todavía más difícil en un contexto en el que ya enfrentan otros importantes retos vitales. Los conceptos erróneos sobre el VIH/sida son obstáculos para su prevención. Y el estigma dificulta una atención social y médica eficaz, incluida la terapia antirretroviral, y aumenta el número de infecciones por VIH.
Además, la situación de irregularidad administrativa de las personas migrantes es un obstáculo para su atención, ya que dificulta la posibilidad de citación, la realización de pruebas complementarias y el acceso al tratamiento. Aunque existen canales que permiten solventar estos problemas, los trámites resultan complejos y, a menudo, como señalan todos los expertos, retrasan o dificultan una adecuada atención médica. La atención en la consulta debe enfrentar frecuentemente también diferencias culturales y barreras lingüísticas, y los cambios de residencia por necesidades laborales, las barreras administrativas o la falta de apoyo en su entorno social hacen que los inmigrantes interrumpan con más frecuencia el seguimiento de su infección por el VIH.
“Uno de los factores que hace patente la mayor vulnerabilidad del colectivo inmigrante es la elevada proporción de diagnósticos tardíos, especialmente entre norteafricanos (61.4%) y subsaharianos (57.9%), lo que ocurre a pesar de que en España la prueba del VIH es gratuita y confidencial para todas las personas”, denuncia López-Vélez.
Por otra parte, existen múltiples estudios que demuestran una menor utilización de los servicios sanitarios (hospitalización, atención primaria y especializada, y consumo de fármacos) por parte de la población inmigrante. En general, se detecta más presencia en los servicios de urgencias, posiblemente por la facilidad de acceso, y menos en los servicios preventivos. “Este menor uso de los recursos sanitarios se atribuye, entre otros factores culturales, a que el modelo sanitario paliativo es el modelo dominante en sus países de origen, frente al modelo preventivo de los países como España”, explica López-Vélez.
Según este especialista, otro factor decisivo es la falta de servicios adaptados lingüística y culturalmente, lo que crea una barrera fundamental de comunicación que hace que algunos inmigrantes prefieran visitar servicios dentro de su propia comunidad y no acudir a centros sanitarios. Para ser efectivas, “las estrategias educativas y de prevención deben acompañarse de medidas que favorezcan el ‘linkage to care’, esto es, la conexión de los infectados por VIH con los servicios médicos”, asegura Cristina Arcas, enfermera especialista en Enfermedades Tropicales y antropóloga social que trabaja como coordinadora de área en Salud Entre Culturas.
“Un programa integral de educación para la salud, el diagnóstico precoz y la atención especializada adaptada cultural y lingüísticamente permitirían mejorar la atención del VIH en una población especialmente vulnerable a la que no están llegando las medidas disponibles hoy. Hay que implantar servicios adaptados lingüística y culturalmente en nuestro sistema sanitario, reconocer el papel del intérprete/mediador en consulta y hacer que la legislación, tanto a nivel europeo como a nivel nacional, conceda implícitamente el derecho a la asistencia lingüística al paciente”, añade Arcas.
“Un programa integral de educación para la salud, el diagnóstico precoz y la atención especializada adaptada cultural y lingüísticamente permitirían mejorar la atención del VIH en una población especialmente vulnerable a la que no están llegando las medidas disponibles hoy”
Cristina Arcas
Antropóloga Social de la organización Salud Entre Culturas.
En este sentido, Salud Entre Culturas (SEC) lleva a cabo programas de intervención sociosanitaria a través de los cuales se ofrecen talleres en temática VIH adaptados lingüística y culturalmente a colectivos inmigrantes. En 2018, consiguió llegar a 817 personas con sus talleres y ofertar la prueba rápida a 330. Pero las ayudas que reciben las ONGs como SEC no son proporcionales al número de usuarios que controlan, y por eso se ven obligadas a desarrollar estrategias de financiación para su supervivencia.
Cristina Arcas llama a una sensibilización de la sociedad: “Tenemos que reducir el estigma asociado a la infección mediante programas educativos adaptados, hacer partícipe a la población autóctona de la realidad del colectivo inmigrante y sensibilizar a la sociedad ante discursos xenófobos o racistas.”