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Insomnio: mucho más que dormir mal

MARZO 2023

Fernando Bernal tiene VIH y a sus 26 años sufre periodos de insomnio. Sabe que a un médico no le es sencillo identificar la causa del insomnio y que es bueno hablar con el especialista para buscar soluciones. Como a él también le trata un equipo de salud mental, suele hablarlo con ellos. “No soy el más indicado para decir si hay soluciones porque el día que no puedo dormir no puedo dormir, por mucho que tome algún ansiolítico, haga técnica de relajación o desarrolle una higiene del sueño muy buena”, se lamenta.

“El día que no puedo dormir no puedo dormir, por mucho que tome algún ansiolítico, haga técnica de relajación o desarrolle una higiene del sueño muy buena”

Fernando Bernal

26 años, seropositivo

Los especialistas en VIH afirman que esto que comenta Fernando es fundamental: contar lo que siente. No se refieren sólo a la lucha contra el estigma sino a que médico y paciente deben hablar. Hoy, el paciente está en el centro. Y a su alrededor gira —o debe girar— la asistencia para atender sus necesidades. Colocado en el centro, el paciente no debe estar callado. Al contrario, debe explicar cuáles son sus necesidades, qué cosas le están pasando. Esa información será clave en su atención y en su bienestar. “Dada la elevada prevalencia de trastornos mentales y, más concretamente, de insomnio en las personas con VIH, los profesionales deberían saber manejar este problema y facilitar herramientas para la higiene del sueño a sus pacientes. La labor de enfermería también puede ser de gran utilidad”, explica Jordi Blanch, del Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Clínic de Barcelona.

“Las pautas conductuales deben ser la primera opción en cualquiera de las situaciones anteriormente descritas, independientemente de si se toman otras medidas farmacológicas”

Jordi Blanch

Servicio de Psiquiatría y Psicología del Hospital Clínic de Barcelona

A pesar de la frecuente presencia de trastornos del sueño, no se sabe por qué realmente este problema es tan frecuente en las personas que viven con VIH. ¿Cosa de los fármacos antirretrovirales? ¿Problemas de salud mental subyacentes? ¿Factores de carácter psicosocial? ¿Lesiones cerebrales por la exposición a las proteínas producidas por las células infectadas por el VIH? Los investigadores no acaban de tenerlo claro. El cerebro parece ser un reservorio para el VIH, incluso en personas que utilizan la terapia antirretroviral, por lo que esta idea de que el virus afecta de alguna manera a la salud cerebral y al sueño a largo plazo es más que plausible, subrayan. “En muchos casos el insomnio suele ser debido a ansiedad o a depresión. Ambos trastornos tienen tratamiento que puede ayudar a la remisión de los síntomas y, por tanto, del insomnio. En otros casos, habrá que sopesar la influencia de otras enfermedades comórbidas o el posible efecto de determinados antirretrovirales”, explica Blanch.

Pero ¿cómo distinguir a qué se deben las alteraciones? Para el doctor Blanch, “habría que realizar una adecuada anamnesis y comprobar si el inicio del insomnio coincide con el inicio de alguno de los factores citados”. Que concluye: “En el caso de que se sospeche de un efecto farmacológico, habría que valorar el riesgo / beneficio de un posible cambio de pauta farmacológica”.

Sea lo que sea, sí parece claro que con VIH hay más posibilidades de padecer insomnio y que el insomnio deteriora, a su vez, el sistema inmunológico. En general, el problema que más frecuentemente subyace al insomnio y a otros trastornos del sueño como las pesadillas, el despertar precoz o la ausencia de fases de sueño profundo suele ser la depresión. Pero no siempre es así. Es cierto que las personas que viven con VIH presentan una mayor tasa de ansiedad y depresión. No es de extrañar, por tanto, que presenten también mayores índices de insomnio: según muchos estudios, la prevalencia se sitúa entre el 60% y el 70% de alteraciones del sueño. Sin embargo, reconoce María José Fuster, “no se da con la tecla para acabar con el insomnio”.

EL DATO

60-70%

Las personas que viven con VIH presentan mayores tasas de ansiedad, depresión e insomnio: según muchos estudios, la prevalencia se sitúa entre el 60% y el 70% de alteraciones del sueño.

 

Con todo, no siempre es necesario recurrir a los fármacos. Varios ensayos han demostrado que los métodos conductistas que consiguen modificar el comportamiento tienen una eficacia similar, con la ventaja añadida de no inducir intolerancia ni problemas de dependencia. De esta opinión es Celia García Malo, neuróloga del Instituto de Investigaciones del Sueño. García Malo asegura que la terapia cognitivo-conductual (TCC) funciona en personas que llevan meses o años teniendo problemas de sueño. En algunos casos, estos problemas pueden ser ocasionales; en otros, aparecen por temporadas; y en otros, se vuelven un problema crónico. García Malo afirma que se obtienen muy buenos resultados con la aplicación del tratamiento cognitivo conductual, “que enseña cómo debe dormir el paciente y cómo controlar sus pensamientos a la hora de descansar”. Blanch también lo cree: “Sin duda, las pautas conductuales deberían ser la primera opción en cualquiera de las situaciones anteriormente descritas, independientemente de si se toman otras medidas farmacológicas”.

Las personas con VIH ven aún más deteriorado su sistema inmunológico debido a los trastornos del sueño que comienzan a padecer con la infección. Los más comunes son el insomnio y los trastornos del ritmo circadiano. Es común que no puedan conciliar el sueño, tengan despertares frecuentes durante la noche o, simplemente, no puedan dormir en el horario convencional. Y si no se duerme de manera adecuada, aparecen entonces síntomas como dolor, cansancio y fatiga durante el día, lo que incide de manera negativa en el control de la enfermedad. “La mala higiene del sueño puede provocar también hipertensión arterial o insulino-resistencia, que se agregan a la condición médica del paciente y al compromiso de su salud”, concluye García Malo.

Hay más. Un estudio estadounidense, cuyos resultados se han publicado recientemente en la revista JAIDS, ha revelado que las personas con el VIH con problemas de insomnio tienen un riesgo un 65% mayor de padecer un infarto de miocardio de tipo 2 (el que se produce de manera secundaria a causas distintas a la ruptura de la placa ateroesclerótica, como sepsis, hipoxia y espasmo inducido por consumo de estimulantes que provocan un desequilibrio entre la demanda y el suministro de oxígeno), pero no un infarto de tipo 1 (infarto espontáneo debido a un evento coronario primario, como la rotura de placa ateroesclerótica o el desgarro de una arteria), en comparación con las personas con el VIH sin problemas para conciliar el sueño o permanecer dormidos.

EL DATO

65%

Las personas que viven con VIH y tienen problemas de insomnio tienen un riesgo un 65% mayor de padecer un infarto de miocardio de tipo 2 que las que no tienen esos problemas.

Referencias y Bibliografía

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