Tribuna de opinión de Juanse Hernández, coordinador del Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt)
El tiempo se agota. La gestión de la cronicidad en España no puede retrasarse más. Y este retraso no es porque no sepamos que el envejecimiento de la población conlleva un aumento de la prevalencia de las enfermedades crónicas. Tampoco somos desconocedores de que las enfermedades crónicas exigirán a las autoridades sanitarias diseñar políticas y estrategias de salud enfocadas a un nuevo modelo de la atención y la provisión de los cuidados. Hemos visto desde 2010 cómo las comunidades autónomas han ido desarrollado estrategias para abordar la cronicidad alineadas con la Estrategia para el abordaje de la cronicidad en el Sistema Nacional de Salud elaborada hace más de una década por el Ministerio de Sanidad. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, la transformación del sistema sanitario para orientarlo a la gestión del paciente crónico sigue sin arrancar en nuestro país.
La urgencia es ahora. Como señala ONUSIDA es su último informe mundial sobre el estado de la epidemia de VIH/sida en 2024 el mundo se encuentra en un momento crítico y si no se actúa ahora con celeridad, liderazgo y decisión, difícilmente se cumplirán los objetivos que el mundo se ha propuesto alcanzar el año 2030 para garantizar su sostenibilidad, reducir las desigualdades y que nadie quede atrás.
El horizonte no es esperanzador. España cuenta con una de las mayores tasas de envejecimiento y cronicidad de Europa y en la actualidad el 91,3% de la mortalidad en nuestro país se debe a estas enfermedades. Y la incidencia de estas enfermedades crónicas seguirá en aumento –muchas veces como consecuencia de estilos de vida poco saludables– lo que a su vez tensionará la sostenibilidad de la sanidad. Por otro lado, parece poco viable que se vaya a producir un aumento considerable en el presupuesto sanitario para atender las necesidades de las personas con enfermedades crónicas. El único camino posible y sostenible es una transformación ordenada del modelo asistencial que permita contrarrestar esta tendencia que lleva a la insostenibilidad de la sanidad pública española.
La Organización Mundial de la Salud reconoce que el modelo de atención integral y centrada en la persona debe ser el eje para mejorar los servicios de salud y de cuidados de larga duración. De hecho, este enfoque es el que subyace en los diferentes modelos de atención a crónicos que han ido surgiendo en los últimos años como, por ejemplo, el Modelo de Atención a Crónicos (CCM, por sus siglas en inglés). Los modelos de atención integrada y centrada en la persona se plantean como iniciativas de transformación del sistema cuya implementación puede resultar decisiva para dar respuesta a los retos derivados de la cronicidad y otros retos del sector. Así, situar al paciente en el centro del sistema, proporcionarle una atención que respeta y responde a sus preferencias, necesidades y valores, desarrollar la continuidad asistencial e impulsar el abordaje integral de la atención influye directamente sobre los objetivos de resultados, calidad, sostenibilidad y participación y satisfacción del paciente.
La evidencia procedente de organizaciones sanitarias de diferentes países que ya están avanzado en la transformación y orientación de sus sistemas de salud muestra que para obtener resultados similares en nuestro contexto será necesario transformar de manera efectiva el modelo asistencial y gestionar de forma más efectiva a los pacientes crónicos.
Pero, si tenemos una necesidad, una urgencia y un modelo asistencial que ha mostrado su efectividad y eficiencia, ¿por qué no conseguimos avanzar más rápido en la transformación del sistema sanitario para orientarlo a la gestión del paciente crónico? Entre las razones que los expertos esgrimen se incluyen la falta de liderazgo y compromiso transformador y continuado; la falta de mejoras en la transformación digital del sistema a pesar de la existencia de herramientas tecnológicas; la infrautilización de la información sanitaria con fines de gestión clínica y de una mejor gestión del paciente crónico; o la resistencia al cambio de algunos profesionales
Nadie dijo que el reto de afrontar la cronicidad fuera simple. Sin embargo, tenemos profesionales sanitarios motivados para hacer frente a este reto, medios de gestión y ejemplos implementados en otros países con buenos resultados que pueden inspirarnos. En conclusión, se puede transformar en España el modelo asistencial para ofrecer más calidad a los enfermos crónicos y hacerlo más sostenible.
La infección por el VIH se ha convertido en una enfermedad crónica que requiere de un manejo similar al de estas enfermedades. Ya se ha empezado a avanzar en España en propuestas concretas de implementación de modelos de atención integrada y centrada en la persona con el VIH. Muchos médicos/as de VIH, enfermeras, otros profesionales sanitarios, entidades comunitarias del ámbito del VIH, trabajadores sociales, psicólogos, se están sumando a este movimiento transformador que busca mejorar la calidad de vida y el bienestar de las personas con el VIH a través de una atención multidisciplinaria, proactiva y coordinada y que cuenta con la participación activa de los propios pacientes.
Si no somos capaces de transformar ahora los actuales modelos biomédicos de atención centrada en el tratamiento del VIH y la carga viral en modelos de atención integrada y centrada en la persona con el VIH difícilmente lograremos en 2030 la cobertura sanitaria universal, es decir, que todas las personas gocen de igual acceso a servicios de salud a lo largo de todo su ciclo vital, coordinados, integrados, centrados en la persona, seguros, efectivos, oportunos, eficientes y aceptables.
La implementación de un modelo de atención integrada y centrada en la persona es un paso ineludible para contar con servicios de salud resilientes que estén en condiciones de responder a dificultades sanitarias como las que plantea el envejecimiento de la población, la doble carga de morbilidad que suponen las enfermedades transmisibles y las no transmisibles o crónicas, la multimorbilidad, el aumento de los costes sanitarios y los brotes de infecciones u otras crisis de atención sanitaria.
La urgencia es ahora. El tiempo se acaba y se debe acelerar la transformación del sistema sanitario en España hacia la gestión de la cronicidad.
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