Tras dos años de pandemia por COVID-19, ahora se ha puesto en evidencia lo que ya se sospechaba en materia de VIH: el progreso contra el virus ha decaído y los recursos que dedicaban a esta lucha se han reducido.
Así lo revela el nuevo informe de ONUSIDA, En peligro, presentado en la Conferencia Internacional sobre el Sida celebrada en Montreal (Canadá) el pasado mes de agosto.
El año pasado se produjeron 1,5 millones de nuevas infecciones por VIH en el mundo, un millón más que el objetivo que se había fijado ONUSIDA, que se era de 500.000. Eso significa que el número de nuevas infecciones disminuyó a nivel mundial sólo un 3,6% entre 2020 y 2021, el menor descenso anual desde 2016. En 2021 la pandemia de sida se cobró, de media, una vida cada minuto, lo que sumó un total de 650 000 muertes.
Europa Oriental y Asia Central, Oriente Medio, Norte de África y América Latina llevan varios años experimentado un aumento de las infecciones anuales por el VIH. En Asia y el Pacífico, los datos reflejan ahora que las nuevas infecciones están aumentando en regiones donde habían empezado a disminuir. No obstante, también hay datos positivos. Se observan descensos notables en África Occidental y Central y en el Caribe, pero incluso en estas regiones la respuesta al VIH está amenazada por el recorte de los recursos.
«Estos datos muestran que la respuesta mundial al sida peligra seriamente. El hecho de no estar progresando rápidamente significa que estamos perdiendo terreno, ya que la pandemia prospera aprovechándose de la COVID-19, los desplazamientos masivos y otras crisis. Tengamos siempre presentes los millones de muertes evitables que estamos intentando detener», afirma Winnie Byanyima, directora ejecutiva de ONUSIDA.
El aumento de las nuevas infecciones es desbocado entre las mujeres jóvenes y las adolescentes. De hecho, en 2021 en este grupo de población se produjo una nueva infección cada dos minutos. El impacto del VIH en las mujeres, especialmente en las mujeres y niñas jóvenes africanas, se produjo en medio de la interrupción de los servicios clave de tratamiento y prevención del VIH, cuando millones de niñas quedaron fuera de la escuela debido a la pandemia de COVID-19 y se registraron picos en las tasas de embarazos adolescentes y de violencia de género. En el África subsahariana, las chicas adolescentes y las mujeres jóvenes tienen tres veces más probabilidades de contraer el VIH que los chicos adolescentes y los hombres jóvenes.
En 2021, cada dos minutos se produjo en el mundo una nueva infección entre mujeres jóvenes y adolescentes.
Los datos de ONUSIDA revelan un riesgo creciente de nuevas infecciones entre hombres homosexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres (HSH) en todo el mundo. A partir de 2021, los datos de poblaciones clave muestran que los HSH tienen 28 veces más riesgo de contraer VIH que otras personas de su misma edad, mientras que las personas que se inyectan drogas tienen un riesgo 35 veces mayor, los trabajadores sexuales 30 veces mayor y las mujeres transgénero 14 veces mayor
Asimismo, el informe subraya que se están debilitando los esfuerzos para garantizar que todas las personas que viven con VIH accedan al tratamiento antirretroviral. Así, el número de personas en tratamiento tuvo en 2021 el crecimiento más lento en una década. Y aunque tres cuartas partes de los que viven con el virus tienen acceso al tratamiento, éste todavía se niega a diez millones de personas y solo la mitad (52%) de los niños con VIH pueden acceder a medicamentos. La brecha en la cobertura del tratamiento del VIH entre niños y adultos está aumentando en lugar de estrecharse.
Los recursos internacionales disponibles para el VIH fueron en 2021 un 6% inferiores a los de 2010. La ayuda al desarrollo en el extranjero para el VIH procedente de donantes bilaterales distintos de Estados Unidos se ha desplomado en un 57% durante la última década. La respuesta al VIH en los países de bajos y medianos ingresos se sitúa en 8.000 millones de dólares por debajo de la cantidad necesaria para 2025.
“Podemos poner fin al sida para 2030 tal y como prometimos, pero para ello hace falta valor”
Winnie Byanyima
directora ejecutiva de ONUSIDA
«Justo cuando la ayuda internacional era más necesaria, la solidaridad global se ha estancado. Los líderes no deben confundir la enorme luz roja de advertencia con una señal de stop. Esto debe convertirse en un momento para aumentar el apoyo internacional», afirma Byanyima. Que concluye: «Podemos poner fin al sida para 2030 tal y como prometimos, pero para ello hace falta valor»