Magic Johnson, el más famoso supervihviente

Pero el 7 de noviembre de 1991, cuando todavía es un jugador formidable, Earvin Magic Johnson anuncia que tiene VIH.

La bomba cae a plomo sobre el mundo del deporte. La conmoción es inmediata y profunda. Se trata del primer deportista de élite que reconoce abiertamente su condición de seropositivo. Lo hace además en un momento en el que todavía no han llegado los tratamientos antirretrovirales que cambiarían la historia de la enfermedad—no llegan hasta 1996— y el VIH tiene muy mal pronóstico. Sin ir más lejos, Freddy Mercury, líder del grupo Queen, fallece ese mismo mes y por esa misma causa y en 1994 el sida se convierte en la primera causa de muerte entre los estadounidenses de entre 25 y 44 años.

«Jugué contra los mejores de los mejores, como Michael Jordan y Larry Bird. Y siempre pensé que había sido lo más difícil de mi vida. Pero estar viajando a casa para decirle a mi esposa Cooke que tenía VIH, ese fue realmente el momento más duro», recuerda hoy, a sus 62 años. En la conferencia de prensa de aquel 7 de noviembre, el deportista anunció que se convertiría en portavoz y modelo del virus. “Quiero que los jóvenes se den cuenta de que pueden practicar sexo seguro. A veces eres un poco ingenuo al respecto y piensas que nunca te puede pasar. Crees que solo le puede pasar a otras personas. Pero ha sucedido y voy a lidiar con eso. Mi vida continuará «, dijo entonces.

«Dios mío, Magic va a morir», fue lo primero que pensó su amigo y gran rival Larry Bird, la estrella de los Celtics de Boston, según se cuenta en el libro When the Game was ours, que ambos escribieron al alimón. Johnson se retira de inmediato, aunque al año siguiente participaría en los Juegos Olímpicos de Barcelona y ganaría la medalla de oro con el legendario Dream Team, el mejor equipo de baloncesto nunca reunido.

Pero nada de eso ocurre: Magic Johnson no muere. «Nunca pensé que iba a morir, no estoy para eso. Toda mi vida fui un luchador. La medicina hizo su parte, yo hice mi parte y Dios hizo la suya», subrayaba en una entrevista a final de 2021. Y aquí está ahora, treinta años después, para contarlo: es uno de los supervihvientes más conocidos. En todo este tiempo, ha sido uno de los principales baluartes de la lucha contra el sida y el VIH en el mundo.

Su anuncio y su manera de afrontar la enfermedad han sido muy importantes en este tiempo no sólo para combatir enfermedad, sino también el tabú y los prejuicios que en 1991 eran terribles.

Con motivo del aniversario, la que fue estrella de Los Angeles Lakers acaba de presentar el documental They call me Magic, estrenado en Apple TV, en el que él mismo aborda todas sus aristas, y también, cómo no, su condición de persona que vive con VIH. La serie coincide en el tiempo con otra en HBO, Winning Time (Tiempo de ganar), que ahonda en capítulos más oscuros de aquel show-time. Tras abandonar el baloncesto, Johnson se ha convertido en un exitoso hombre de negocios. Pocos hubieran firmado que llegara hasta aquí. Él mismo lo reconoce: “En aquella época ser portador de VIH era como una sentencia de muerte. Saber que estoy aquí, presentando este documental y hablando con la prensa treinta años después, es una bendición”.

«Me llaman Magic Johnson» incluye entrevistas íntimas con Magic y un elenco de figuras estelares de la NBA.

 “Mi mayor reto es estar aquí treinta años después de anunciar que tenía VIH. Nunca, ni en mis mejores sueños, pensé en ser conocido como lo soy hoy en todo el mundo”, ha reconocido a medios de todo el mundo reunidos para la presentación de la serie.

“Ganador, competidor, un hombre que se preocupa profundamente por su comunidad y por la gente que vive en ella”. Así se define el ex baloncentista, que echa la vista atrás y, aún con todo, subraya que su vida, su mundo, “no han sido perfectos, pero sí buenos”. “He conseguido muchos de mis sueños: jugar en la NBA, convertirme en un hombre de negocios, casarme con Cooke, que era mi novia en el instituto, viajar por el mundo, tener mi casa, ayudar a la gente… Pero aún faltan algunos por cumplir. Sobre todo, conseguir que todo el mundo esté unido y borrar cualquier diferencia entre nuestras comunidades”.

Por fortuna, y gracias a la medicina, el VIH ya no es hoy una enfermedad mortal; y no sólo eso, gracias a los antirretrovirales, una persona con VIH puede conseguir que su carga viral sea indetectable y, por tanto, intransmisible, y gozar de una calidad de vida similar a la de una persona que no porta el virus.