Los expertos señalan que este año se ha disparado la incidencia de nuevos trastornos psiquiátricos en pacientes con VIH.
Para alcanzar el cuarto 90 (o 95) de ONUSIDA, es decir, ése que se refiere a la calidad de vida de los pacientes con VIH, es fundamental identificar de forma correcta los síntomas neuropsiquátricos que pueden presentar esas personas y acertar con la elección del tratamiento antirretroviral que mejor se adecúa a cada una. En un año tan peculiar y difícil como éste, los expertos coinciden en señalar que, al verse afectada la atención, algunos problemas se han multiplicado.
“La pandemia ha agravado problemas como la soledad o el miedo al futuro, lo que ha contribuido a aumentar la incidencia de nuevos trastornos emocionales —ansiedad y depresión— y del sueño, y a intensificar y descompensar los ya existentes”, afirma Ignacio Pérez Valero, médico internista de la Unidad de VIH del Hospital Universitario La Paz, de Madrid. Pérez Valero subraya que con la telemedicina “se aumenta la dificultad para identificar esos trastornos, especialmente si no se realiza una anamnesis dirigida o se utilizan herramientas de despistaje como la escala hospitalaria de ansiedad o depresión o el índice de calidad del sueño de Pittsburg”.
Pérez Valero incide en que cada vez más se incorporan a la práctica clínica los cuestionarios de síntomas reportados por el paciente (patient reported outcomes o PRO), y pone en valor su eficacia. En el XI Congreso Anual de Gesida, que tuvo lugar en diciembre de 2019, el propio facultativo presentó el caso de un paciente que presentaba insomnio y ansiedad secundariamente al inicio de un tratamiento antirretroviral. “Esta sintomatología, de la que su clínico no era consciente, fue detectada y resuelta tras el cambio del tratamiento antirretroviral gracias al uso de estos PROs”, concluía en aquella ocasión.
Se sabe que las personas que viven con VIH presentan una mayor vulnerabilidad neuropsiquiátrica y que esto las predispone a vivir de forma más intensa el impacto de un estrés como la Covid-19. En las consultas, reconoce el internista de La Paz, no se están atendiendo más casos, “probablemente porque la gente tiene miedo de acudir al hospital”, pero sí casos más graves. No hay datos aún sobre el impacto en poblaciones más vulnerables, pero sí, “como era de esperar, se registra una mayor incidencia de trastornos psiquiátricos en mujeres y personas de edad avanzada”, señala, aunque también ha aumentado la problemática relacionada con el consumo de drogas y el llamado ‘chemsex’, más común entre hombres jóvenes.
El Índice de Calidad del Sueño de Pittsburg (PSQI) es el cuestionario sobre el sueño más utilizado en población adulta. Consta de 19 preguntas autoaplicadas y 5 preguntas evaluadas por la pareja del paciente o por su compañero de habitación en las que se evalúa lo experimentado en el último mes. Solo las preguntas autoaplicadas se reflejan en la puntuación final. Esas 19 preguntas se combinan entre sí para formar siete ‘componentes’ de puntuación, cada uno de los cuales tiene un rango de 0 a 3 puntos, donde 0 indica que no hay dificultad y 3 que existe mucha dificultad. La puntuación global tiene un rango de 0 a 21 puntos, en el que 0 es ausencia de dificultades en el sueño y 21 dificultades severas.
Para sobrellevar mejor estos meses de pandemia, los pacientes con VIH han de llevar una dieta saludable, hacer ejercicio regularmente, evitar la sobreinformación y, en general, mantenerse activo. Es lo que recomienda Pérez Valero, que no puede más que lamentarse de que la salud mental siga “estigmatizada” y que, por esa razón, “muchas personas no solicitan ayuda profesional en fases iniciales, cuando el manejo de los trastornos neuropsiquiátricos es más sencillo y eficaz”.