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Vih y arte. Al principio, fue la fotografía

A mediados de los años ochenta, irrumpe una fotografía posmoderna y conceptual que asume que el sida no se reduce a sus enfermos. Destaca Cindy Sherman, que en sus imágenes habla sobre la muerte y la agonía producida por un mundo mórbido donde el placer y el dolor se confunden. Muestra así la vulnerabilidad y la fragilidad de la carne humana.

ENERO 2025

Pie de foto: Phillip Prioleau, 1979. (C) Robert Mapplethorpe Foundation inc.


Destaca Cindy Sherman, que en sus imágenes habla sobre la muerte y la agonía producida por un mundo mórbido donde el placer y el dolor se confunden. Muestra así la vulnerabilidad y la fragilidad de la carne humana. 

Nancy Burson empareja imágenes de células sanas y enfermas como objetos de visualización. Linda Troeller remarca el significado social de la infección: une imágenes del sida con otras de su madre enferma de tuberculosis, para crear un paralelismo entre ambas enfermedades por su contenido socio-sexual estigmatizador. Gilbert y George se representan a sí mismos ante un fondo selvático, símbolo de la jungla de asfalto, la gran ciudad, donde el sida se extiende, y aparecen enmarcados dentro de dos símbolos fálicos: defienden así y sacralizan su condición homosexual. También, otros artistas como Joe Ziolkowski o Robert Mapplethorpe evocan con sus fotografías el deseo homosexual con imágenes metafóricas de hombres desnudos. Mapplethorpe murió de sida en 1989. Nunca ocultó su enfermedad, sino que hizo de ella una actividad estética. En esta misma tendencia de acentuada actitud militante, se encuentran artistas que utilizan instalaciones —verdaderas escenografías— como medio de expresión: Robert Gober o Steven Evans. David Wojnarowicz prefirió rendir homenaje a las víctimas del sida en sus pinturas, al igual que el fotógrafo Peter Hujar, su pareja. Keith Haring llegó a público de todo el mundo traspasando fronteras de raza, nacionalidad, género, edad y orientación sexual. Usó sus diseños en muchas campañas de concienciación pública y social sobre la prevención del sida. En Barcelona está su mural Todos juntos podemos parar el sida, alegoría de la enfermedad que acabó con su vida en 1990.

Keith Haring, todos juntos podemos parar el sida, 1989 (2014). Pintura plástica sobre pared. 235 X 3400cm. Colección macba. Depósito del ayuntamiento de Barcelona © Keith Haring Foundation. Foto: Fotogasull.

Pepe Espaliú, carrying VII, 1992. Centro andaluz de arte contemporáneo.

 Linda Troeller, TB-AIDS Diary, 1991.

Nancy Burson empareja imágenes de células sanas y enfermas como objetos de visualización. Linda Troeller remarca el significado social de la infección: une imágenes del sida con otras de su madre enferma de tuberculosis, para crear un paralelismo entre ambas enfermedades por su contenido socio-sexual estigmatizador. Gilbert y George se representan a sí mismos ante un fondo selvático, símbolo de la jungla de asfalto, la gran ciudad, donde el sida se extiende, y aparecen enmarcados dentro de dos símbolos fálicos: defienden así y sacralizan su condición homosexual. También, otros artistas como Joe Ziolkowski o Robert Mapplethorpe evocan con sus fotografías el deseo homosexual con imágenes metafóricas de hombres desnudos. Mapplethorpe murió de sida en 1989. Nunca ocultó su enfermedad, sino que hizo de ella una actividad estética. En esta misma tendencia de acentuada actitud militante, se encuentran artistas que utilizan instalaciones —verdaderas escenografías— como medio de expresión: Robert Gober o Steven Evans. David Wojnarowicz prefirió rendir homenaje a las víctimas del sida en sus pinturas, al igual que el fotógrafo Peter Hujar, su pareja. Keith Haring llegó a público de todo el mundo traspasando fronteras de raza, nacionalidad, género, edad y orientación sexual. Usó sus diseños en muchas campañas de concienciación pública y social sobre la prevención del sida. En Barcelona está su mural Todos juntos podemos parar el sida, alegoría de la enfermedad que acabó con su vida en 1990.

España, un páramo

Pero el caso español es radicalmente distinto. No ha habido muchos artistas que se hayan fijado en el VIH. Y mucho menos ha existido la posibilidad de organizarse colectivamente. Salvo excepciones. Entre ellas, destaca la actividad de Pepe Espaliú en el Carrying Project: esculturas de hierro o bronce que recuerdan los palanquines, sillas que transportaron a los nobles y que ahora se convierten en una metáfora del sida. El crítico Adrian Searle destaca que la obra de Espaliú es paradigmática no sólo por haber sido la primera en España que se quita la careta para hablar del sida, sino también por haber aunado la vertiente activista. Espaliú falleció en 1993 por complicaciones derivadas del virus. Sin olvidar a Pepe Miralles o a Javier Codesal. Este, en sus fotografías Días de SIDA, exhibe unas manchas que recuerdan el sarcoma de Kaposi, pero transformadas en flores, una visión esperanzadora de la enfermedad.

Referencias y Bibliografía

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