Ante todo, debes conocer cómo se transmite el VIH y tener presente si has tenido alguna práctica de riesgo.
El VIH se transmite a través de cuatro fluidos: la sangre, el semen, las secreciones vaginales y la leche materna de las personas infectadas.
Si has realizado alguna práctica de riesgo como tener relaciones sexuales sin preservativo o compartir jeringuilla u otra parafernalia para el consumo de drogas, puedes haberte infectado con VIH.
Eso sí, para que se transmita, una persona debe estar infectada y que el virus esté presente en grandes cantidades en su cuerpo.
Hay muchas prácticas de riesgo. Otras, en cambio, no tienen riesgo ninguno.
En cualquier caso, la mejor manera de salir de dudas es hacerse una prueba: son rápidas, seguras y fiables.
Saber si tienes VIH te permitirá tomar decisiones adecuadas. Y, sobre todo, acudir al médico y comenzar el tratamiento cuanto antes, algo esencial para tener una esperanza y una calidad de vida similar a las personas de tu edad.
La eficacia de los tratamientos antirretrovirales disponibles hoy es mayor cuando se inician al poco de suceder de la infección por VIH en lugar de retrasarlos hasta que se manifiestan síntomas.
En realidad, incluso sin haber realizado una práctica de riesgo, sería deseable que te hicieras la prueba diagnóstica del VIH al menos una vez en la vida.