La adherencia es esencial para garantizar la eficacia de los tratamientos. Se trata de tomar la medicación que ha sido prescrita respetando el número de dosis, las fechas, los horarios, la cantidad de pastillas o su correcta conservación. Y también acompañar o no la toma con otros alimentos, si así lo indica el médico. Es muy importante seguir el régimen de comidas que el médico recomienda.
Así pues, hay que incorporar la medicación a la rutina del día a día con la mayor naturalidad posible. Para ello, son clave una buena y completa información sobre el tratamiento y mantener una relación fluida y de confianza con tu médico, de manera que éste conozca tus hábitos y pueda planificar lo que más te conviene.
Conseguir una buena adherencia no es sencillo, sobre todo en determinados colectivos más vulnerables. El tratamiento exige esfuerzo y constancia, y no todas las personas están en la misma situación. Por eso, es esencial contar con medicamentos que se adapten a todas las personas y circunstancias, tratamientos que permitan flexibilidad en la toma y eviten que el virus se vuelva resistente incluso en situaciones donde la adherencia no sea completa.
Cinco claves a tener en cuenta para una buena adherencia:
1. Cómo saber si no estás tomando la medicación correctamente
2. Qué pasa si tu adherencia es débil
3. Factores que contribuyen a una incorrecta adherencia
4. La durabilidad, clave para combatir la falta de adherencia
5. Cómo mejorar la adherencia
Si olvidas la toma, si reduces las dosis (por ejemplo, tomando la mitad de una pastilla), si no respetas la frecuencia y los intervalos indicados, si abandonas algunos de los fármacos, si no los conservas en buenas condiciones (humedad, calor…), si no sigues las indicaciones sobre ayuno o ingestión de alimentos junto a la medicación, si te surge un plan y no llevas contigo la medicación… Todos estos son indicadores de una incorrecta adherencia. Vigílalos y consulta con tu médico si tienes dudas.
El olvido de dosis y/o la interrupción y reanudación del tratamiento pueden provocar resistencia a los medicamentos, lo que a su vez permitiría que el VIH se multiplicara y diera lugar a la enfermedad. Recuerda que el VIH es un virus que muta deprisa. Si acumulas mutaciones de resistencia, tienes menos posibilidades de encontrar un tratamiento adecuado a tu situación. Es decir, si no tomas la medicación en el nivel, frecuencia y condiciones prescritas, estás dando lugar a que tu carga viral aumente, la enfermedad progrese y puedas transmitir el virus a otros.
Una mala adherencia significa que, por diferentes razones, no sigues el tratamiento que te ha indicado tu médico. Puede deberse a olvidos, a imprevistos de tu día a día, a horarios muy cargados, a viajes, al miedo a que otros puedan verte o a la complejidad y a los efectos secundarios que quizá el tratamiento te causa. También hay factores relacionados con la propia enfermedad: las patologías que no presentan síntomas concretos suelen arrojar peores índices de adherencia. O con la relación que se establece entre médico y paciente: a mayor satisfacción, mayor adherencia. O con las características del paciente: su personalidad, factores sociodemográficos o psicosociales.
No todos los tratamientos son iguales. Algunos duran más que otros en la sangre. A pesar de que dejes de tomar la medicación por la razón que sea, un tratamiento robusto puede conseguir que los efectos de esa medicación perduren durante un tiempo y sigas estando protegido. Gracias a la investigación científica, los tratamientos actuales son cada vez más robustos, tienen menos efectos secundarios y presentan menos interacciones con otras medicaciones.
Identificados los factores de riesgo, es esencial proporcionar a los pacientes información correcta y completa, de manera que con ella resuelvan sus dudas y se generen expectativas proporcionadas. Las expectativas son muy importantes a la hora de conseguir adherencia al tratamiento. Además, es también clave facilitar soluciones concretas a las personas que viven con VIH en todo lo que se refiere a su medicación: qué pasa si se olvida tomar una dosis, qué pasa si se acaba la medicación, qué hacer si hay efectos secundarios severos… En muchos pacientes factores como el estigma, la escasez de recursos o las comorbilidades psiquiátricas requieren de apoyo especializado para garantizar una mejor adherencia al tratamiento. Asimismo, puede ser determinante algún tipo de apoyo psicosocial a los pacientes a través de sus familias, amigos , ONGs o grupos de autoayuda.