Tener VIH no es obstáculo para poder tener una vida sexual plena. Si sigues correctamente tu tratamiento y consigues llevar tu carga viral en la sangre al nivel indetectable, puedes mantener una vida sexual activa sin riesgo de transmitir el virus a tus parejas. Es muy importante que estés bien informado para poder tomar las decisiones que más te convienen.
Si tomas la medicación correctamente, si tu carga viral es indetectable en los últimos seis meses y si tú y tu pareja no tenéis ninguna otra ITS, la decisión de usar o no preservativo es vuestra. En principio, cumpliendo esos tres requisitos, no hay riesgo de transmitir el VIH incluso sin usar condón.
Los preservativos son la mejor manera de protegerte a ti y a tus parejas del VIH y de otras infecciones de transmisión sexual, tanto bacterianas (gonorrea) como víricas (herpes). Si dos personas que viven con VIH tienen sexo juntas, es importante tener en cuenta que quizá una de las dos tenga una variante resistente del virus de la que tu tratamiento no te protege. Además, hay dos tipos diferentes de VIH (VIH tipo 1 y VIH tipo 2). El VIH del tipo 2 es poco frecuente, pero conviene confirmar que ambas personas tienen el mismo tipo de VIH.
Comunicar a tu pareja tu estado serológico tiene muchos beneficios. Facilita la toma de decisiones sobre vuestra actividad sexual, favorece una mejor salud afectiva y en general suscita reacciones más positivas de lo que uno puede pensar. Si acaban de comunicarte que tienes VIH, es importante advertirlo a tu pareja o parejas recientes para que se hagan la prueba. En algunos países, además, es obligatorio revelar tu estado serológico. Si tu situación es difícil o te preocupa que el anuncio pueda generar problemas o violencia doméstica, habla con tu médico y busca ayuda.
El chemsex es una palabra que describe actividad sexual con varias parejas combinada con drogas recreativas como la cocaína o el éxtasis, entre otras. En estas situaciones, es muy importante usar preservativo y limpiar y esterilizar las agujas, si te vas a inyectar drogas, o cualquier juguete sexual que emplees, incluso si no hay rastro visible de sangre en él. Así te protegerás también de otras infecciones como la hepatitis C.
El deseo sexual es cambiante en todas las personas, tengan o no VIH. El envejecimiento contribuye a atenuarlo. Sin embargo, si vives con VIH hay más probabilidades de que tu deseo sexual disminuya. Un diagnóstico de VIH positivo genera ansiedad, y eso puede incidir en un menor deseo sexual. Una infección avanzada reduce el nivel de testosterona, lo que afecta al deseo y a la erección.
Referencias y Bibliografía